lunes, 25 de octubre de 2021

BAJAR PARA SUBIR

¿Alguna vez has escuchado una canción y pensado que estaba escrita para una persona en concreto? 

¿Nunca has entrado en una habitación y el olor de alguien que ni siquiera estuvo allí te ha inundado como un abrazo? 

¿Has sentido en alguna ocasión, al cruzar un puente, al torcer una esquina, al pasar por una calle, que caminabas con una persona, sabiendo que de alguna manera u otra estaba allí? 

Eso me pasa ahora. En este lugar, una tierra por la que nunca había caminado, donde un domingo como podría ser un martes, me atrevo a rapelar hacia las profundidades de un cañón. 

Me lanzo. Con mi peso y el de mis miedos, balanceándome como un péndulo mientras me despido de la luz. 
Y sin unas instrucciones que me avisen de lo que va a pasar me doy cuenta de que estás aquí. 
Como si el cañón al que he descendido fuera la grieta de tu última herida, y pudiera tocar tus paredes, deslizarme por tus conductos y sumergirme en aquello que tanto deseas olvidar. 

Dejo reposar mis miedos en la orilla para bucear en los tuyos, para saltar y tropezarme con las piedras que a veces te impiden respirar. Palpando los huecos que aún no has llenado, las huellas de lo que te arrebataron, escuchando el eco de los sueños que creías que sí, pero que al final no. 
Veo tu mirada en las cascadas, entendiendo que el agua de tus ojos se une con el agua que cae desde arriba, como si fuera una ley natural.

Hasta que poco a poco la luz vuelve a intuirse y el cañón se va abriendo como un pétalo sin sombras en las que meterse. 

Aquí estoy otra vez, con los pies en la tierra, sin la certeza de saber bien qué acaba de pasar pero sí de por dónde he pasado. 
Es como cuando estás nadando en el mar y una ola llega con toda su fuerza, haciéndote dar vueltas, empujándote hacia abajo para después dejarte al sol de la orilla con suavidad . 

Ya no hay rastro de ti, aunque esa oscuridad de la que acabo de salir esté a tan solo unos metros. 

Como si todo este trayecto, este viaje a tu herida, tus anhelos, tus cloacas y aguas cristalinas, tus cimientos y derrumbes, me hubieran devuelto lo que no sabía que había perdido, lo que ni me imaginaba que estaba buscando. 

Sumergiéndome para resurgir. 
Entrando para salir.
Bajar para subir.