lunes, 27 de febrero de 2017

A DÓNDE VAS CON TU CÁSCARA

A dónde vas con tu cáscara, sácala a pasear por algún bazar. Pide un licor casero para llevar, a una casa que esté lejos de la ciudad.

Entra por la puerta, la ventana, o el tejado. Tira un dardo que apunte al cielo, y que caiga en el pozo donde brotan las flechas, de las presas a las que cupido no pudo alcanzar.

Muerde lo que te duela y saborea el veneno, para descubrir a qué sabe lo que nos hace fuertes. Quizá después, quizá, puedas enseñar a morder.

Flagela a la gris envidia, que congela la luz de una sonrisa. Y si quiere, que entre en ebullición la pena, y se empañen los espejos con falsos reflejos. Quizá después, quizá, aprendas a mirar.

Dibuja una constelación en cualquier espalda, qué importan los lunares, todos tenemos columnas estelares.

Grita después de tus pesadillas, aunque ya hayas despertado, sin saber si el rugido es de felicidad o miedo, porque tal vez el precipicio por el que no llegaste a caer, es exactamente el lugar donde van a parar tus alaridos.

Tira por el retrete las cápsulas y sobres del sufrimiento efervescente. Quema el prospecto de cómo ingerir el odio. Quizá después, quizá, veas morir la tristeza en un equinoccio.

No regales tus miedos, total la ley de la gravedad nos persigue desde que nacemos.

Escucha el susurro que silba cuando algo está a punto de pasar. 

Llénate de cosas que te vacíen.

A dónde vas con tu cáscara. Camina creando, uno no puede volver a seguir sus propios pasos. Nos engañaron, las huellas no sirven para volver, porque todo cambia sin pausa, desde la cascada hasta el meñique de tu pie. Desde la capa de ozono hasta la neurona que te dice que el pescado no te gusta, pasando por el paso de cebra que pisas todos los días.

Ve al bosque, permanece sin hacer ruido, hasta que eschuches unos pájaros conversando a su manera, hasta que una lagartija te confunda con una piedra y suba por tu rodilla, hasta que una nutria pase resoplando a tu lado y te mire con desdén.

Quizá después, quizá, te preguntes a dónde ibas con tu cáscara.


Ilustración Sara Herranz

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