lunes, 15 de febrero de 2016

SI YO FUERA UN EXTRATERRESTRE

Si yo fuera un extraterrestre, no me preocuparía en abducir a ningún gobernador, ni en robar la esencia de mentes inteligentes.

Si yo fuera un extraterrestre, no como Gurb, ni E.T., más bien como una especie de nube capaz de convertirse en cualquier cosa, me transformaría en el olor que sale del mejunje que se forma al espachurrar la fruta madura y magullada que nadie se quiere comer.

En el sonido de las olas cuando rompen consigo mismas. Porque no es como cuando una persona se mete al mar y se lanza contra su reflejo. No sé cómo es, pero me gusta pensar que el sonido que se produce al romper contigo mismo tiene que ser increíble.

Si yo fuera un extraterrestre, me convertiría por un minuto al menos, en una papila gustativa.

Después en un  animal. Puede que en un flamenco, una ballena, o una hormiga.

Me metería dentro de un árbol y probaría aquello de echarse la siesta.

Me asomaría a un volcán, y a alguna mente con la puerta abierta.

Me daría un mordisco para saber cómo sabe un extraterrestre.

Si yo fuera un extraterrestre, buscaría a alguien que no me enseñara en qué consiste el dinero, ni las raíces cuadradas, ni el interior de un reloj, ni el tiempo.

Buscaría a alguien con cicatrices en la mirada, que supiera crear caminos entre escombros, que fuera capaz de desnudar al miedo en lugar de travestirlo de pereza, dudas y negaciones.

Alguien que sólo se apagara para jugar a las tinieblas. Alguien que quisiera jugar a las tinieblas por esta habitación que llamamos planeta.

Si yo fuera un extraterrestre, me pararía a mirar. No tendría días con prisa, ni un techo de cemento, ni un camino de alquitrán.

Si yo fuera un extraterrestre, me seguiría buscando.

Rastrearía al destino y le pillaría por sorpresa.

Buscaría ese segundo mundo del que nadie habla. Un lugar donde las mentiras fueran erradicadas, donde las únicas inundaciones fueran de palabras porque ya nadie calla lo que siente. Donde la verdad no duela, es más, donde el dolor sea una de esas mentiras que fueron erradicadas, y no tuviéramos que matar a la tristeza a base de hamburguesas.

Si yo fuera un extraterrestre, puede que ni siquiera pisara la Tierra.

Pero si lo hiciera, si fuera una especie de nube capaz de convertirse en cualquier cosa, como en el olor de la fruta madura y magullada, en el sonido de las olas cuando rompen consigo mismas, en una papila gustativa, un flamenco, una ballena, una hormiga…


Si yo fuera un extraterrestre, lo seguiría intentando.


2 comentarios:

  1. Estoy segura de que ya eres nube, quizá seas Néfele...o quizá pronto te salgan antenitas y se te abra un ojo en la frente. De cualquier forma el relato me parece un canto a no dejar de asombrarse por la cosas simples de la vida y por la belleza que nos espera en cualquier caja de fruta...

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  2. Gracias Marichus ¡Qué bien escribes! :)

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