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martes, 25 de enero de 2022

VERSOS Y ESCALERAS

El otro día sentí que mi cerebro trabajaba a toda velocidad, ¿sabes? Esos días en que sin venir a cuento se te vienen a la cabeza un montón de ideas, muchas de ellas con poco sentido. 

Y ahora no las recuerdo. Otra vez volví a confiar en que mi memoria de pez las recordaría al llegar a casa. 

Debería haberme dado cuenta antes. Un transeúnte cualquiera debería haberme detenido en un paso de cebra para zarandearme y decirme muy serio "¡Maldita sea! Agarra un papel y escríbelo". Y entonces yo debería haberme olvidado de los recados de ese día y haber corrido al bar más cercano hasta encontrar un servilletero de donde ir sacando pedazos de papel para apuntar estas chorradas que no recuerdo.

Sé que una tenía que ver con el arroz. De como cuando se nos cae el móvil a un río o al retrete, lo metemos en un paquete para ver si absorve el agua de dentro e impide que el aparato se estropee. 
Me estuve preguntando si a alguien se le habrá ocurrido llenar una bañera con todos los paquetes de arroz que haya encontrado en el supermercado y meterse de lleno para no estropearse, para intentar arreglar lo que ya no funciona por dentro, para absorver lo malo de los días malos. 

Estuve pensando en las pupilas. En que no podemos controlar cuándo se dilatan o contraen. O en aquello que leí sobre que los peces no pueden cerrar los ojos porque no tienen párpados, y de repente sentí angustia y toqué los míos varias veces para asegurarme de que aún estaban ahí. 

Recordé el juego de los duelos de pupilas. 

Tuve incluso la terrible idea de escribir tu nombre en una de mis listas, como si fuera necesario recordar el hablarte, aún peor, como si el hecho de escuchar tu voz fuera una tarea pendiente. 

Quizás lo sea. 

El otro día tuve muchas ideas, pero ningún transeúnte me detuvo para advertirme de que las olvidaría, así que no pude escribir todas esas teorías sobre la vida de los gusanos de los huertos urbanos, ni de por qué hay lunares azules, o sobre cómo a veces las cosas se rompren y no es nuestra culpa. 

Y cuando por fin abrí el cuaderno para escribir alguna de estas ideas, sin recordar por qué tampoco, solo encontré escrito 
"versos y escaleras".

domingo, 14 de junio de 2020

EL HOMBRE POMPA

Quizás no lo creas, pero un día salí a sacar la basura y conocí al hombre pompa.

Estaba en un rincón del callejón, apoyado en la pared de ladrillo, fumando un cigarro.

Él no me vio, pero yo clavé mis ojos en la burbuja que le llegaba de los hombros al vientre.

Una burbuja que no dejaba de hincharse, porque todo lo que tocaba, veía, pisaba, mordía, olfateaba, escuchaba...se metía dentro.

El polvo de las paredes que rozaba, los paisajes que alguna vez vio desde diferentes ventanas, los charcos en los que sus zapatos desaparecían, las sandías de aquel verano, que chorreaban a cada mordisco, el olor de los camiones de la basura, el ruido de sus pensamientos y de todas las conversaciones, la de la vecina discutiendo por teléfono, la de los amigos que no se decidían a dónde ir a comer, e incluso una de las nuestras, cuando me dijiste que los gansos regurjitaban palabras que no sabían cómo decir y después de masticarlas, las tragaban otra vez, como hacen algunas personas.

Pero yo no entendía cómo aquello era posible ¿Sabes?

Me refiero a su burbuja, porque él parecía no enterarse de todo lo que cargaba. 

¿Cómo algo de tanto peso puede tomarse a la ligera?

Así que decidí perseguirle. Quería pincharle, aunque no herirle.

Sosteniendo el alfiler que hacía unos segundos sujetaba un botón de mi camisa como si fuera un arma blanca pasé horas persiguiéndolo, sintiendo la presión de que en cualquier momento se giraría y me descubriría ahí, con mi alfiler, vacía de excusas.

Pero no lo hizo.

No se percató de mi existencia, aunque yo supiera de cada partícula que le habitaba.

Caminé detrás suya, hasta que llegamos a la playa y él se detuvo frente al mar, escondiendo sus zapatos bajo el agua salada. 

La espuma acariciaba mis pies, y al mirar hacia el frente descubrí mi reflejo.

Mi reflejo en el hombre pompa.

Como llevaba horas cargando con un alfiler, no se me ocurrió otra cosa que utilizarlo.

Así que sin tener ni idea de qué pasaría, me miré a los ojos y pinché mi reflejo.

Todo aquello salió volando, el polvo, los paisajes, el agua de los charcos, las pipas de sandía, el olor de los camiones de la basura, los pensamientos, las conversaciones, las palabras regurjitadas que nunca supieron ser dichas.

Tras ese flechazo conmigo misma todo se evaporó.

El hombre pompa no estaba, lo único que quedaba allí eran mis pies en el mar, el horizonte, yo.

Y supongo que tenía que ser así,  
que cuando pinchamos nuestro reflejo 
no llegamos a herirmos, 
pero algo se esfuma, 
sale volando,
y deja un nuevo espacio a la espera,
de volver a llenar nuestra esfera.





miércoles, 7 de agosto de 2019

SPANGLISH

Las palabras se disfrazan. Creo que ya te lo conté una vez, en el lobby donde creí verte ayer.

Ya ves, fue todo un fake, tropezarme contigo entre Granville y Drake.

Demasiado despistada, sólo era alguien caminando con tu mirada.

Aleteo entre Homer y Seymour Street, y me pregunto si no estaré en Evergreen.

What do you mean?

Que me parece ver al señor Burns metiéndose algo después de darle un trago a su seven up.

Pero el Nofrills no es el Badulake, aunque ayer me tropezase con Apu Nahasamapetilan.

Ya ves, if you wanna be my lover, at least we need to share a banana loaf.

And then me llevas de viaje, o te llevo yo, sin demasiado equipaje, cambiando de paisaje como cambio de conversación.

Because listen, que las palabras a veces se desvisten. 

Porque aunque yo todavía no sé qué significa que una vocal sea abierta o cerrada, o si en verdad se refiere a la door de la mind que pronuncia la palabra. I have no idea.

However sí sé aquello que te conté una vez. Que las palabras se disfrazan.

Sé que la tristeza está travestida de drama.

Que la palabra "tiempo" está rodeada de agujas, manecillas que a la desesperada se clavan, sin darnos cuenta que hay que deshojarlas y convertirlas en flechas que marquen una dirección, la que nos de la gana, it's up to you.

Sé que la palabra "espera" se rodea de tubérculos que se podan cuando ese momento, esa cosa o persona llega.

Que la palabra "dinero" se viste con un montón de cosas que no quiero.

Because in my heart there's no slit to put the coins through. It's not like doing laundry. You can't buy what you love.

Sé que no hace falta explicarlo.

Que la palabra "amistad" está desnuda. Tiene que estarlo.

Que la palabra "mañana" viste un traje al que todavía no le han quitado la etiqueta, está por estrenar, y que la palabra "hoy" lleva un traje recién estrenado.

But I don't want to bore you with words that talk about words.

Ni contarte lo que ya te conté.

Tratar de explicarte la diferencia entre ser y estar con el verbo to be donde ayer no te vi.

I just want to remind you, que siempre habrá un diccionario incompleto.

Pero que ya encontraremos la forma, aunque no exista una fórmula, para entendernos.



Fell Avenue, North Vancouver, CqS