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martes, 25 de enero de 2022

VERSOS Y ESCALERAS

El otro día sentí que mi cerebro trabajaba a toda velocidad, ¿sabes? Esos días en que sin venir a cuento se te vienen a la cabeza un montón de ideas, muchas de ellas con poco sentido. 

Y ahora no las recuerdo. Otra vez volví a confiar en que mi memoria de pez las recordaría al llegar a casa. 

Debería haberme dado cuenta antes. Un transeúnte cualquiera debería haberme detenido en un paso de cebra para zarandearme y decirme muy serio "¡Maldita sea! Agarra un papel y escríbelo". Y entonces yo debería haberme olvidado de los recados de ese día y haber corrido al bar más cercano hasta encontrar un servilletero de donde ir sacando pedazos de papel para apuntar estas chorradas que no recuerdo.

Sé que una tenía que ver con el arroz. De como cuando se nos cae el móvil a un río o al retrete, lo metemos en un paquete para ver si absorve el agua de dentro e impide que el aparato se estropee. 
Me estuve preguntando si a alguien se le habrá ocurrido llenar una bañera con todos los paquetes de arroz que haya encontrado en el supermercado y meterse de lleno para no estropearse, para intentar arreglar lo que ya no funciona por dentro, para absorver lo malo de los días malos. 

Estuve pensando en las pupilas. En que no podemos controlar cuándo se dilatan o contraen. O en aquello que leí sobre que los peces no pueden cerrar los ojos porque no tienen párpados, y de repente sentí angustia y toqué los míos varias veces para asegurarme de que aún estaban ahí. 

Recordé el juego de los duelos de pupilas. 

Tuve incluso la terrible idea de escribir tu nombre en una de mis listas, como si fuera necesario recordar el hablarte, aún peor, como si el hecho de escuchar tu voz fuera una tarea pendiente. 

Quizás lo sea. 

El otro día tuve muchas ideas, pero ningún transeúnte me detuvo para advertirme de que las olvidaría, así que no pude escribir todas esas teorías sobre la vida de los gusanos de los huertos urbanos, ni de por qué hay lunares azules, o sobre cómo a veces las cosas se rompren y no es nuestra culpa. 

Y cuando por fin abrí el cuaderno para escribir alguna de estas ideas, sin recordar por qué tampoco, solo encontré escrito 
"versos y escaleras".

domingo, 3 de junio de 2018

SOMOS ANIMALES

Somos animales. 

¿O acaso nunca te has sentido como un ave migratoria desorientada? 

¿Nunca te has quedado quieto o petrificada al escuchar el aliento de algo que resopla en tu oído como queriendo decir "estate alerta"? 

¿No has sentido, en mitad de la noche, unas cosquillas serpenteando por tus piernas, ni te han despertado unos bufidos sin sentido? 

Somos animales. 

¿O me vas a negar que alguna vez has olvidado la razón y seguido tu instinto sin miedo a equivocarte?  

Dime, ¿te atreves a reconocer que cuando la persona que menos esperabas se fue volando no sentiste ni un gramo de la melancolía que sufre un periquito cuando su pájaro favorito echa a volar? 

¿No es verdad, que construiste con sus plumas el nido donde viviste en cautividad hasta que el felino que te arañaba por dentro tuvo las agallas de romper la jaula y cabalgaste, y te dio por aullar cerca del mar? 

Entonces dime que tu pasado no está hecho de plumas, y que a veces es tan ligero que te da miedo olvidar. 

Somos animales. 

Provocamos arritmias. 

A veces alguien consigue ver lo que nos brilla, aunque esté escondido entre nuestros trastos. 

No les da miedo saltar de cabeza y rebuscar en nuestra basura. 

Sí, hay personas que se comportan como urracas azules, a oscuras. 

Provocamos arritmias, pasamos el tiempo saltando de un nenúfar a otro croando momentos. 

Somos animales. 

¿O jamás has necesitado mutar en una especie que hiberna, para oler el hielo en los sueños y pasar el frío sin darte cuenta? 

¿No te has quedado sin respiración, intentando estirar todo tu cuerpo como una tortuga, para darle la vuelta al mundo y encontrar de nuevo tu equilibrio? 

¿No te has aburrido de tu crisálida? 

¿No has roto tu cascarón? 

¿No has sido una garrapata y has hundido tu cabeza, y todo lo que hay dentro, en el centro de otras pieles? 

¿No has olido el miedo y corrido a refugiarte en tu madriguera camuflada en la nieve? 

De verdad me estás diciendo que  

¿Nunca has cacareado? 
Paula Bonet