Somos animales.
¿O acaso nunca te has sentido como un ave migratoria desorientada?
¿Nunca te has quedado quieto o petrificada al escuchar el aliento de algo que resopla en tu oído como queriendo decir "estate alerta"?
¿No has sentido, en mitad de la noche, unas cosquillas serpenteando por tus piernas, ni te han despertado unos bufidos sin sentido?
Somos animales.
¿O me vas a negar que alguna vez has olvidado la razón y seguido tu instinto sin miedo a equivocarte?
Dime, ¿te atreves a reconocer que cuando la persona que menos esperabas se fue volando no sentiste ni un gramo de la melancolía que sufre un periquito cuando su pájaro favorito echa a volar?
¿No es verdad, que construiste con sus plumas el nido donde viviste en cautividad hasta que el felino que te arañaba por dentro tuvo las agallas de romper la jaula y cabalgaste, y te dio por aullar cerca del mar?
Entonces dime que tu pasado no está hecho de plumas, y que a veces es tan ligero que te da miedo olvidar.
Somos animales.
Provocamos arritmias.
A veces alguien consigue ver lo que nos brilla, aunque esté escondido entre nuestros trastos.
No les da miedo saltar de cabeza y rebuscar en nuestra basura.
Sí, hay personas que se comportan como urracas azules, a oscuras.
Provocamos arritmias, pasamos el tiempo saltando de un nenúfar a otro croando momentos.
Somos animales.
¿O jamás has necesitado mutar en una especie que hiberna, para oler el hielo en los sueños y pasar el frío sin darte cuenta?
¿No te has quedado sin respiración, intentando estirar todo tu cuerpo como una tortuga, para darle la vuelta al mundo y encontrar de nuevo tu equilibrio?
¿No te has aburrido de tu crisálida?
¿No has roto tu cascarón?
¿No has sido una garrapata y has hundido tu cabeza, y todo lo que hay dentro, en el centro de otras pieles?
¿No has olido el miedo y corrido a refugiarte en tu madriguera camuflada en la nieve?
De verdad me estás diciendo que
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